Ganó la muerte. Perdió el fútbol.

Domingo. 9 de la mañana. Decenas de animales, con cita previa, quedan en los alrededores del Vicente Calderón para medir sus fuerzas. Se arma la marimorena. Tiran a uno de ellos al río y muere horas después.

Más de veinte heridos. Cortes. Brechas. Heridas.

Los que dirigen los equipos dicen que esto no es fútbol, efectivamente, pero en el fondo sí que lo es. Lo es pues son seguidores ultras de dos equipos de fútbol. Lo es ya que lo que les lleva a juntarse para zurrarse no es otra razón que el hecho de pertenecer a dos facciones radicales de las aficiones de estos equipos. Lo es porque se citan el día del partido en que se enfrentan sus equipos. Lo es, y esto es lo más lamentable, porque las direcciones de esos equipos que dicen que nada tiene que ver con el fútbol, les «subvencionan» para que llenen de banderas los fondos de sus estadios.

Sí. Sí es fútbol. El fútbol son, como decía mi hija, y ya conté anteriormente, once contra once y uno dando vueltas por el campo. Eso es el fútbol. Eso es el fútbol base. En primera división el fútbol es mucho más. Es el partido. Es la venta de camisetas. Es publicidad. Es la visita a los museos de sus campos. Es las fotos con los aficionados. Es la firma de autógrafos. Es las aficiones esperando en el aeropuerto a recibir a los jugadores cuando traen a casa algún trofeo. Es los miles de seguidores en la plaza de turno celebrando los logros. Es… la violencia que se genera por culpa de todo eso.

Cierto es que son pocos los hijos de puta que llegan a matar por el sentimiento de unos colores, pero el partido de hoy se podría haber suspendido con total tranquilidad. El partido de hoy ha perdido todo su interés ya que a escasos metros de distancia había un seguidor de uno de ellos debatiéndose entre la vida y la muerte.

Ganó el Atleti.

Ganó la muerte.

Perdió el fútbol.

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