Mi hijo es un décimo de lotería.
Resulta que hace unos días uno de mis hijos se examinó de la EVAU. Siete exámenes, siete. No eran Miuras pero bien podrían serlo. El resultado de estas pruebas depende de varios factores: el conocimiento adquirido durante los últimos cursos por parte del alumno; la profesionalidad y entrega de sus profesores; la buena fe de los redactores de las preguntas; la indulgente práctica de los correctores; otras variables como el sueño, descanso, temperatura, bienestar, psique… cantidad ingente de productos que, afortunada o desgraciadamente, derivarán en que toda una generación de españoles elijan un camino u otro hacia donde dirigir sus pasos en esto tan complicado que llamamos vida.
Hoy, día 16 de junio, siete días, siete, después del último toro, han salido publicadas las notas de esa fatídica y temible EVAU. Hoy, a pesar de las altísimas temperaturas, unos han salido corriendo a la calle, botella de champán en mano, a gritar exultantes de júbilo pues han conseguido la nota para entrar en la Universidad que tanto ansiaban. Otros, los otros, se han quedado perplejos delante de la pantalla de su móvil viendo como esa cifra no subía por mucho que uno hiciese ejercicios de mentalismo. Lloros, gritos, otro tipo de gritos, sollozos… el que siempre soñó con ser médico y no podrá. La que quiso ser juez y tendrá que conformarse con otra carrera. Aquél que fue Coronel desde pequeño antes, incluso, de vestir de caqui y ya nunca lo hará pues su nota no le llega ni para soldado raso. Frustración, rabia, enfado.
Resulta que hay una bola extra: pedir revisión. Pues bien, la normativa dice que «si se solicita revisión, los ejercicios serán corregidos de nuevo por un profesor especialista distinto al que realizó la primera corrección.
La calificación final será la media aritmética de las calificaciones obtenidas en las dos correcciones.
En el supuesto de que existiera una diferencia de dos o más puntos entre ambas calificaciones, un tercer profesor especialista distinto realizará de oficio una tercera corrección, siendo la calificación de la materia la media aritmética de las tres calificaciones otorgadas».
Entonces, según esta regla tan justa (?) si un alumno ha hecho un examen perfecto y, por la razón que sea, pongamos que el corrector tuvo un mal día, le pone un 5 como nota… si este alumno decide pedir revisión y el segundo corrector le otorga un 10, como merecía, entonces se superan los dos puntos y entra un tercer corrector que, también, le da un 10… entonces la nota de ese examen de 10 es un 8,33. ¿Qué significa esto? Que por la única razón de una mala decisión de un profesor que ha corregido mal o, simplemente, no ha corregido ese examen, el alumno pasa de poder estudiar lo que siempre ha querido a tener que conformarse con otros estudios que no le agradan.
¿Justicia? No. Lotería. Nuestros hijos son los Décimos de Lotería de Navidad del mes de junio. Entran en el bombo, dan un par de vueltas, y que sea lo que Dios quiera.
Todo esto, sin entrar a hablar de que en España la EVAU es injusta desde el día del examen. Diferencia de criterios. Distintas dificultades. Injusticia absoluta y luego, lotería.
¡Feliz Día de la Lotería, chicos! Que la diosa Fortuna esté de vuestro lado y podáis emprender el camino que teníais en mente.