Pablo Andújar o el poder de una familia

Fue en noviembre de 2018 cuando en un vuelo de vuelta a casa coincidí con Pablo Andújar que venía con el trofeo del Challenger de Buenos Aires bajo el brazo. Batió al argentino Pedro Cachín en dos sets (3-6 y 1-6) y en su propia casa. A principios de ese año, 2018, Pablo ocupaba el puesto 1690 en el ranking ATP. Tras esta victoria pasó a ocupar el puesto 83. Estuvo un par de años retirado. Operaciones. Recuperaciones. Operaciones de nuevo. Recuperaciones. Hasta llegar el Tata Open Maharashtra de Pune donde volvió pero no pudo superar al chileno Jarry. Fue en el Rio Open (ATP World Tour 500) donde logró su primera victoria del año ante Gerald Melzer. Después llegaron victorias en Alicante, Marrakech… así de bestial fue su regreso. 

Hace unos días jugó contra Federer en Suiza. Ganó con un 4-6, 6-4 y 4-6. Histórico. Ayer, en su presentación en el Torneo Roland Garros de este año remontó dos sets en contra y terminó ganando a un número 4 como Dominic Thiem. Tras cuatro horas y media de partido se marcó un 4-6, 5-7, 6-3, 6-4 y 6-4 que ocupó las portadas de todos los medios deportivos. Se arrodilló para celebrarlo en la arcilla y flaqueó de tal forma que cayó rendido en el suelo. Seguro que no fue por cansancio físico sino por la emoción acumulada. Emoción que reflejó en las pantallas de Eurosport con cuatro nombres y un «os quiero». Pablo, Alex, Carlos y Cristina sustituían a la típica firma que realizan los jugadores tras el partido. Pablo, Alex, Carlos y Cristina: motor, sin duda, que ayudaron a los brazos de Andújar frente a Thiem. Pablo, Alex, Carlos y Cristina: equipazo que junto a Pablo forman ese quinteto que se va llevando por delante a adversarios de la talla de Federer o, en este caso, Thiem. Pablo Andújar lo sabe bien, sin la ayuda de su familia, sin ese apoyo, posiblem… seguramente hoy estaría viendo esos torneos desde casa, sentado frente al televisor  y con una rabia contenida por no poder jugarlos. Gracias a su familia, a su mujer y a sus hijos, puede hacer que sus seguidores y amigos le veamos conseguir gestas como la de ayer. Dando un golpe de rabia sobre la mesa y gritando «¡Enorme, Pablo! ¡Enorme!» Es Pablo Andújar o el poder de una familia quien gana esos partidos. Quien sigue avanzando, paso a paso, superando aquellos años de angustia debidos a una terrible lesión. Se lesionó uno, se curó la familia entera. Nos curamos todos. Recomiendo leer la carta que Cristina, su mujer, escribió con motivo de su regreso.

Hay que darle gracias por sus logros, sus triunfos, los buenísimos ratos que nos hace pasar, claro que sí… gracias por todo ello, Pablo. Pero, sobre todo, Pablo, gracias, mil gracias por ser un ejemplo. Eso no tiene precio. Poner a tu familia por delante de tus propios méritos es todo un modelo a copiar. ¿Cuántos empresarios, deportistas, artistas, trabajadores… están donde están y creen que es por su cara bonita o por su esfuerzo personal? Sí, seguro que eso también les ha ayudado a escalar varias cimas pero son esas familias que quedan en la sombra, en casa, las que dan ese último empujón, ese último esfuerzo, cuando hace falta. No todos lo reconocen pues, tal vez, no todos sean conscientes de ello. Pablo, tú lo eres y encima lo cuentas. Es verdad que también tiene que haber periodistas como Antonio Arenas que sonsaquen hasta la última gota de los sentimientos de sus entrevistados. Pero ahí tienes que estar tú, y muy pocos como tú, que nos contagian con esa emocionadísima felicidad tras otra de tus gestas, tras otra de tus «Andujaradas». 

Gracias, Pablo. Que pase el siguiente. 

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